Entre balazos en la cabeza y cuerpos lanzados a hogueras o enterrados vivos, así es como Joaquín “El Chapo” Guzmán torturaba a sus víctimas.
Durante tres meses de juicio se han escuchado un sin fin de testimonios sobre asesinatos ordenados por el propio Guzmán pero nunca los cometidos por él mismo.
Un testigo narro estos hechos durante el juicio que se realizó en Brooklyn el pasado jueves y esto fue lo que dijo:
El testigo que resulta ser, exguardaespaldas y exsecretario de “El Chapo”, dijo que el primero que calló en manos de el fue, Ismael “El Mayo” Zambada, Guzmán lo mando traer en una avioneta y declara el testigo que este ya venía bastante torturado.
Después de tres días Guzmán visitó al secuestrado y lo interrogó, todo esto en un campamento cercano a un cementerio en Bastantitas Durango, el cual parecía un granero.
“Apestaba. Estaba podrido ya”, dijo Valdez, quien explicó la historia de forma gráfica, detallando cada movimiento de Guzmán y sus hombres.
Finalmente, Guzmán ordenó que sus hombres construyeran un hoyo en el cementerio. El secuestrado se encontraba atado de pies y manos y después fue trasladado cerca del hoyo. Guzmán, que llevaba una pistola, interrogó de nuevo al secuestrado y mientras éste le respondía le disparó.
Después “El Chapo” ordenó que se le enterrara en el hoyo, aunque este aún trataba de respirar.
El segundo asesinato explicado fue de dos miembros de los Zetas, también en Durango. Cuando llegaron los secuestrados, Guzmán pidió que los fueran ‘calentando’, lo que significa que pedía que empezaran a golpearlos. Valdez dijo que el mismo Guzmán los apaleó durante largo tiempo con un tronco y con un arma.
Tras ordenar que se hiciera una hoguera, los hombres de Joaquín trasladaron a ambos Zetas en cuatrimotos cerca de esta. Mató a cada uno de ellos de un tiro en la cabeza y después los cuerpos fueran lanzados al fuego. “Que no queden ni los huesos”, dijo, según el testigo.
“El Chapo”, se ha declarado inocente de acumular una fortuna multimillonaria a través del tráfico de cocaína y otras drogas. De ser encontrado culpable enfrentaría una posible sentencia a cadena perpetua.
El testigo es un exmiembro de las fuerzas especiales del ejército mexicano, empezó como guardaespaldas de “El Chapo”.
Después pasó a ser su secretario y más adelante fue enviado a Honduras a comprar propiedades para el cartel. Posteriormente se encargó de la seguridad de dos hijos del líder del cártel y finalmente se hizo piloto; transportaba mariguana y cocaína.
El testigo declaró que trabajaba un mes seguido y luego tenía un mes de descanso y cobraba dos mil pesos mexicanos a la semana, los cuales aumentaron con el paso del tiempo.